Mientras que los pensadores progresistas proclamaron las ideas de libertad, democracia y autodeterminación en el siglo XVIII, solo hasta la primera mitad de siglo XX comenzaron a fructificar en el campo de la educación. El principio fundamental de esa autodeterminación fue la sustitución de la autoridad por la libertad, con el fin de enseñar al niño sin emplear la fuerza, sino apelando a su curiosidad y a sus necesidades espontáneas, haciendo que se interesara por el mundo que lo rodea.